Por Yago Franco
yagofranco@gmail.com
Publicado en Página/12 el 25/09/2025
Anticipo de Todo lo que querías saber sobre las ultraderechas y no te atrevías a preguntarle a H.P. Lovecraft, Prometeo, 2025.
Desde hace dos años estamos asistiendo a una alteración en el histórico social, a la creación de una forma desconocida para nosotros, producida por una ultraderecha neoliberal que, además, se extiende no como un espectro, sino como una mancha de petróleo en el mundo. Algo peor que un espectro. No está sobre el mundo, sino que está en el mundo. Se extiende sobre la subjetividad, y sobre la sociedad, las impregna. Las transfigura. Crea una nueva normalidad. Intenta que los sujetos convivan sin poder oponerse a una crueldad generalizada. Que se resignen a ello. Por eso, más allá de lo que aquí en Argentina sucede, es necesario considerar que lo que sucede en Gaza es –también- el intento de transformar a los sujetos en espectadores pasivos de un show del horror. Entre nosotros la misma idea se desarrolla respecto de los jubilados, los investigadores, los médicos, los investigadores, etc. Imponer a la resignación y a la apatía como sentimientos generalizados.
¿Qué nos ha traído hasta aquí? ¿Alcanza con explicaciones desde la economía, la política, la historia, la sociología, etc.? Es necesario aceptar que no hay algo que lo determina todo sin ser determinado por nada. Lo que también involucra al psicoanálisis. Se trata de aceptar que cada disciplina habla de condiciones necesarias, aunque no suficientes para la emergencia de las ultraderechas. En lo que respecta al psicoanálisis, es fundamental circunscribir el papel de la subjetividad en el ascenso de las ultraderechas. Entre otras cuestiones porque éstas llegan al poder a partir de triunfar en elecciones libres. Nos encontramos ante algo para lo cual no alcanzan las categorías de análisis habituales. Por lo que una categoría como lo es la de la subjetividad, está llamada a ocupar un lugar dentro de las causas que dan origen a la emergencia de este tipo de regímenes. Entendiendo a la subjetividad como a esa zona de encuentro entre el psiquismo y la sociedad, dominios que son irreductibles el uno al otro, tanto como indisociables. Si en su momento hablé de un nuevo paradigma para el abordaje de los padecimientos psíquicos de los últimos tiempos (lo borderline), entiendo que, ahora, estamos ante un nuevo paradigma ya no de la clínica, sino del colectivo. Me refiero a la subjetividad borderline. Que padece de un daño cognitivo que dificulta el pensamiento crítico, con facilitación para el pasaje al acto agresivo, vacilaciones identificatorias, afectada por un déficit generalizado de atención, entre otras cuestiones.
Mi tesis es que los regímenes de ultraderechas son precedidos por un modo de ser de la subjetividad que necesitan para existir y que, a su paso, la sostienen. Así, el régimen actual es un error en la matriz socio-histórica y va acompañado de una subjetividad que lo ha hecho posible.
Parto de la idea de que la Historia no está plenamente determinada, y que en sus puntos de indeterminación es de los cuales pueden surgir alteraciones que dan lugar a lo nuevo, que produce a la vez nuevas determinaciones.
Estos son tiempos en los que se vienen produciendo, desde hace varias décadas, creaciones que son mayoritariamente de signo negativo, es decir, y en nuestros términos, que trascienden el malestar en la cultura inevitable, para llevarlo a lo invivible, a lo que produce daño, a lo que está más allá del malestar cultural. Es indispensable analizar los orígenes y las vicisitudes de esto, que nos ha llevado hasta el punto del advenimiento de un régimen de ultraderechas que tiene, además, su propia forma. Un régimen que, está cada vez más claro, forma parte de un proyecto del capitalismo en esta etapa autodestructiva y demencial en la que ha ingresado. Y que va generando nuevas determinaciones que podrían cambiar drásticamente nuestras formas de vida.
H.P.Lovecraft
La obra de H. P. Lovecraft ha sido fuente de inspiración de buena parte de este análisis. Mirar desde allí nuestra realidad ilumina sus zonas más oscuras. Es una obra que habla de los efectos catastróficos de la invocación o aparición de fuerzas, objetos y seres que transfiguran de un modo apocalíptico a los sujetos y su mundo. Es en El color que cayó del cielo (The color out of space), o más precisamente: El color fuera del espacio –que forma parte de los mitos del Cthulhu- donde Lovecraft relata una transformación aterradora y –lo que resulta más inquietante- imposible de ser capturada y detenida por los sujetos, que quedan paralizados y expuestos ante una presencia que desata un apocalipsis ambiental, subjetivo, social. El relato trata de un objeto que cae en la laguna de un pueblo, del que emana un color –aunque el relator del cuento pone en duda que sea siquiera un color- que impregna a la vegetación con la que humanos y animales se alimentan. Su ingesta los transfigura. Alterará de modo bizarro y mortal la vida de los pobladores más cercanos. Hay una suerte de renegación de lo que sucede y de la advertencia que esto significa, renegación que se hace presente en la persistencia de los sujetos en permanecer en el mismo lugar, pese a lo que ocurre frente a sus ojos, continuando con su vida habitual. El final es devastador. Todo se ha transfigurado y la tierra ha quedado yerma. “Sólo quedaban cinco acres de desierto polvoriento y grisáceo, y desde entonces no ha crecido en aquellos terrenos ni una brizna de hierba. En la actualidad aparece como una gran mancha comida por el ácido en medio de los bosques…”.
La aparición de lo extraño que hace saltar las cadenas del mundo simbólico es el núcleo central de la obra de Lovecraft, creada a partir de sus propias pesadillas nocturnas. Traducido-aplicado a nuestro análisis, puede tratarse tanto de una pandemia, como de las ultraderechas, o de un genocidio…
Aquí las preguntas que sobrevienen son ¿Vamos hacia un apocalipsis? ¿Surgirán transfiguraciones colectivas que impidan nuestra extinción? ¿Alcanza con resultados electorales? ¿Cómo puede repararse el daño que ha sufrido la subjetividad a lo largo de décadas? ¿Podremos, aún, recuperar un pensamiento crítico que nos oriente en medio del caos, y realizar actos que frenen la caída en el abismo? Caos y abismo pueden ser fuente tanto de creación como de destrucción. De lo que se trata, finalmente, es de iluminar con la vacilante luz de nuestras reflexiones la negra obscuridad de este laberinto caótico y abismal.