Contextos actuales
Existen conceptos que, aunque hace tiempo son conocidos, surgen con fuerza en una etapa de la historia y exigen al menos un esfuerzo de revisión desde distintos ángulos de lectura que en lo posible nos permitan realizar algún tipo de elaboración diferencial y tal vez algún aporte.
En cada etapa de la historia se desplegaron discusiones científicas acerca de conceptos de actualidad. Hoy en día, entre muchos otros se observa un mayor trabajo acerca de algunos de ellos por ejemplo: trans, identidad, género, diversidad, etc., etc. Para una relectura de estos conceptos, uno puede remitirse a una diversidad de fuentes y aportes que intentan dar cuenta de ellos y que van desde la filosofía y la política pasando por la sociología y el psicoanálisis corriendo una suerte diversa en cada área del conocimiento.
Los conceptos van tocando las disciplinas de un modo directo de acuerdo a la pertenencia del autor a alguna de ellas y de modo indirecto con las demás disciplinas, siempre que éstas le sean afines al autor para realizar las argumentaciones de las que quiere valerse para justificar su punto de vista. Por otra parte, cada concepto -y en especial los mencionados- se utiliza para versar sobre una variabilidad de temas que no permiten una lectura unívoca.
En general, en estos últimos años y para tomar un ejemplo de lo que vengo planteando veamos el caso del concepto trans, el cual no es en principio un concepto en sí mismo1. Por una parte, es un prefijo (parte inicial de un término compuesto siempre más amplio) y como tal se usa, por ejemplo trans-disciplina. En otros casos, suele utilizarse separado de su complementario. Por ejemplo, en la actualidad es habitual leer u oír el término trans en ciertos ámbitos sociales como una abreviatura general del concepto que deriva originariamente del compuesto trans-sexualidad o trans-género sin aclarar tal relación, dándola por supuesta y generando por ende un espacio propicio para la proyección subjetiva e interpretativa de cada quien. No es una novedad. Esto suele suceder con los términos asociados a los temas de actualidad.
La simplificación en el uso de los términos podría reducir en mucho el potencial de desarrollo de los mismos en el pensamiento, limitando en consecuencia el concepto en sí y cerrando la investigación acerca de la profundidad que posee. Parecería ser un mal de época. La tendencia a nominar desde la rapidez y la eficacia para pasar velozmente a otros temas sin profundizar mucho en los iniciales. Esto trae consigo dificultades en cuanto la sobresignificación de los conceptos (saturación de sentidos lógicos e ilógicos) y luego el probable malentendido que se liga proyectivamente desde la subjetividad individual y que, luego, potencialmente puede aportar a la confusión general en lugar de un intento y búsqueda de claridad e iluminación.
De ahí el esfuerzo notable de algunos teóricos para nominar o renombrar o repensar situaciones sociales y/o vitales (socio-afectivas) muy complejas de clasificar desde las categorías previas con las que contamos. De esto encontramos una notable expresión en Franco Berardi en su libro El tercer inconsciente2, quien plantea que desde el advenimiento del segundo inconsciente3 vivimos inmersos en una dinámica social de una velocidad inconmensurable con cambios “inminentes” en la psicoesfera4 y5 que pondrán en actividad el tercer inconsciente que lleva al autismo y la alexitimia.
Esta exigencia de trabajo que se da en la psicoesfera pone en jaque todas las clasificaciones previas, no por inválidas, incoherentes o faltas de certezas, sino más bien por la velocidad de los acontecimientos socio-afectivos que las desactualizan permanentemente.
Riqueza de la complejidad versus pobreza de la simplificación
La complejidad del término trans-sexualidad nos permite no dejar de lado la palabra sexualidad. En ella, se juegan, entre otras teorías, los planteos básicos del psicoanálisis, expuestos claramente por Freud en toda su obra pero en especial en uno de sus textos con mayor vigencia: Tres ensayos de teoría sexual. Allí él hablaba de la diversidad en la sexualidad humana, las fases de la líbido, el vínculo entre afecto y sexualidad, la discusión sobre la validez del complejo de Edipo y sus implicancias, la constitución psíquica asociada a la sexualidad, la metamorfosis de la pubertad, etc., etc., etc. Luego, el psicoanálisis todo tomó la posta y desarrolló con mayor complejidad las implicancias de sus constructos teóricos incluso con diversas posturas frente a los mismos temas. Por ejemplo, las ideas de Lacan o Klein aportaron un nuevo aire a la teoría pero también mayor complejidad y por ende riqueza.
La simplificación de los términos, que exige la época actual va en la búsqueda del sostén de las modalidades clasificatorias de cualquier cosa que pueda ser posiblemente y de alguna manera mercantilizada. La idea de los términos asociados por ejemplo, a las problemáticas psicopatológicas (hoy comúnmente llamadas trastornos) va en la línea de nominar y tratar rápidamente las antes llamadas enfermedades o los malestares de los sujetos con la finalidad de re-incorporarlos de manera eficaz al mercado, ya sea por una veloz recuperación que los vuelva a sumar a la maquinaria laboral o, si esto no fuera posible, sumarlos al consumo de medicamentos o tratamientos o a cualquier actividad que pueda implicarse en la nómina numérica de la rueda económica.
Cuando Freud escribió el mencionado texto, en la época victoriana, aún contaban con el tiempo como un aliado para procesar y pensar en la complejidad, ese era el tiempo del primer inconsciente que refiere Berardi. Hoy, pensar desde la complejidad es más dificultoso porque la percepción, la atención y por ende la memoria (en especial la inmediata) se ven alteradas por la saturación permanente de estímulos que nos circundan y por la aceleración exigente de las respuestas que nos impone el modo de vida en que estamos inmersos.
El prefijo trans y algunos de sus complementarios
En función de sumar a la complejidad, y espero que no a la confusión, mencionaré la potencial riqueza de análisis de algunos conceptos ligados al término trans que por el auge de los más actuales, en ocasiones, quedan relegados en el recorte científico y cultural al que pertenecemos y podrían aportar otras lecturas. Los hoy tan vigentes trans-sexualidad o trans-género podrían recibir aportes de otros como transdisciplina o transfiguración o transcendencia.
Veamos el caso del concepto de trascendencia o transcendencia6 que en general posee profundas implicancias y es muy usado en la filosofía. La discusión acerca de la idea en torno a un ser humano cuyas acciones van más allá de la naturaleza animal que lo compone o de un ser (Dios) que está más allá de esa naturaleza humana es algo que viene dejando huellas mnémicas en el entramado de la psique humana desde que nos organizamos como tribus. La concepción de la noción de la existencia de un más allá generó la potencialidad de pensarnos por encima de la naturaleza, de lo inmediato y de lo necesario y alimentó por un lado la idea del origen divino del ser humano, por otro la idea de la ciencia como creadora -por su anticipación y previsibilidad frente a la naturaleza y también por su capacidad de generar productos a través de la técnica, productos que trascienden en el tiempo- y por otro, estimuló la creación artística (sin dudas la mayor de las creaciones humanas por su riqueza, diversidad y vigencia a lo largo del tiempo).
El concepto de trascendencia hoy podría ser tomado como pregunta actualizadora en el contexto de cómo se observa la vida humana en la psicoesfera7 actual. Por ejemplo, es claro que la naturaleza ha sido tomada desde ese más allá que es la razón humana al transcender y que fue expoliada a mansalva por la civilización que se ha sentido más allá de ella. Luego la naturaleza ha respondido con su propio sentido de trascendencia y apareció el cambio climático, la Covid, etc. Ya Freud advertía de esto en El porvenir de una ilusión cuando decía: “…la cultura humana ha de ser defendida contra el individuo, y a esa defensa responden todos sus mandamientos, organizaciones e instituciones, los cuales no tienen tan sólo por objeto efectuar una determinada distribución de los bienes naturales, sino mantenerla e incluso defender contra los impulsos hostiles de los hombres en relación a los medios existentes para el dominio de la naturaleza y la producción de bienes…”8.
¿Puede hoy ser dejado de lado en el análisis de la perspectiva social trans el concepto de trascendencia y sus implicaciones? ¿En qué queda el más allá del principio del placer freudiano en la simplificación de su no uso? ¿Cuál sería el sentido de trascendencia en el contexto de lo denominado colectivo trans y en ese caso qué queda más allá?
Transdisciplina. Edgard Morín hace una propuesta enriquecedora del término trans en relación a la concepción de las disciplinas científicas. Él distinguió entre los conceptos de interdisciplina (intercambio de distintas ciencias sobre un mismo asunto para que cada uno aporte sus saberes propios), multidisciplina o polidisciplina (cooperación e intercambio de disciplinas para entender sobre el mismo problema) y transdisciplina (creación de nuevos esquemas que atraviesan las disciplinas intervinientes para lograr la comprensión de determinados fenómenos). El sentido que poseen estas interrelaciones está dado por la superación de las posibles confrontaciones entre las ciencias para dar respuestas a nuevos interrogantes. Por otra parte, como me aporta Hermes Millán9 en un comentario personal acerca del tema, la cuestión sería pensar si las disciplinas tienen un objeto propio o atienden una dimensión del objeto como dice Morín. Multidimensionalidad y transdisciplina parecen dos conceptos inseparables. Pensando así, habrá transdisciplina cuando a cada disciplina involucrada en un saber le sea imprescindible el otro saber para hacerse cargo de su objeto.
¿Cómo pueden ser pensadas hoy las disciplinas intervinientes en lo que se denomina trans? Más abajo propongo algo al respecto.
Transfiguración. Es un concepto que aporta Yago Franco y plantea la posibilidad y necesariedad de la figurabilidad para la constitución del aparato psíquico humano. Las figuras se van transformando a medida que se van integrando al psiquismo y por ende van mutando de manera diversa y van configurando nuevos entramados psíquicos.
Dice el autor: “…el psiquismo es puesta en figuras de las pulsiones, bajo la forma de deseos, fantasmas, pensamientos, afectos, en diversas transcripciones y lógicas. Es en el capítulo VI de la Interpretación de los sueños donde Freud desarrolla la exigencia de la figurabilidad. Entiendo que la figurabilidad es el mecanismo básico del psiquismo y se encuentra antes de la condensación y el desplazamiento. Así, la figurabilidad es la psique misma, o la psique es gracias a la figurabilidad. Transfigurar es, de acuerdo a esto, cambiar de figura. Algo de esto se produce en el análisis de un sujeto. Eso se espera, una transfiguración que lo aleje lo más posible del accionar de las figuras de la pulsión de muerte.”10
¿Es posible no vincular estas concepciones que plantea el autor con el uso general del término trans y en especial en su relación con la sexualidad y el género?
Transferencia. Concepto clave para el psicoanálisis donde lo que se mueve de un lugar a otro son las proyecciones psíquicas del sujeto que se colocan en diversos objetos. La cantidad de autores que refieren acerca del tema desde diversos ángulos hace imposible su mención total en la brevedad de un artículo. Baste una de las definiciones de Laplanche para ilustrar el tema: “La transferencia: seguramente es un trans, transporte y transmisión, pero sobre todo no es un transe. Es un trans para permitir un per se que, necesariamente, desemboca en otro trans; pues el único destino real y realista que le veo a la transferencia es el de ser a su vez transferida. No se trata -como en la historia siniestra de Jean de Veinard que le cuenta Freud a Ferenczi- de que la transferencia sea endosada a otro, cada vez con una pérdida, con una entropía, y ello hasta el último recorte (una concepción que Lacan no hubiera rechazado…). Se trata de que sea transportada a otro lugar, a otro lugar de trascendencia y para una nueva perlaboración-retranscripción.”11
¿Cuál sería hoy el rol de la transferencia desde la disciplina psicoanalítica cuando está adviniendo el tercer inconsciente?
Como se ha demostrado, cada revisión de los términos genera un nuevo aporte una nueva mirada entonces esto genera más interrogantes.
Transdiagnóstico
Desde la vastedad de los términos y del recorte arriba dado me pregunto:
¿Es posible el transdiagnóstico? en las modalidades de trabajo y atención clínica actual?
Por ser un trabajo en proceso y por el momento, me voy respondiendo lo siguiente:
La complejidad de análisis que implica el modo de vida en la psicoesfera12 actual genera que los modos de clasificación diagnóstica de los malestares, problemáticas, trastornos, enfermedades o patologías que alteran la vida socio-afectiva de los sujetos se vuelvan rápidamente obsoletos, cuestionables, faltos de certeza o simplemente inabarcables.
Como clínicos debemos tener siempre en cuenta la disciplina a la que pertenecemos y por ende las características variables e invariables de los objetos de estudio que abordamos. La dificultad siempre ha sido en nuestro caso el objeto de estudio y las múltiples definiciones y las consecuencias en ciencia aplicada que ha tenido a lo largo de nuestra corta historia. Por ejemplo, la evolución del concepto de psicología, que en los inicios de la psicología pre científica estudiaba el “alma humana”, viró luego con la psicología científica al estudio de la conciencia, después al estudio de los fenómenos mentales, luego al estudio de la conducta observable, después al estudio de las estructuras y procesos mentales y actualmente al estudio de los fenómenos neurobiológicos que rigen el funcionamiento mental.
Aun así han surgido clasificaciones y modalidades diagnósticas que nos han permitido -desde esa diversidad- realizar trabajos concretos en la atención de los padecimientos psíquicos del ser humano. Cada disciplina científica abonaba a un saber y a una aplicación del mismo. Ya sea éste el psicoanálisis, la psiquiatría, la psicología, la neurología, etc. Y con ese saber y esa aplicación se contentaba en pos de la mejora de un paciente. Desde Morín podríamos decir que se usaba la interdisciplina como modo de intervención. Un psicoanalista compartía información de su paciente con el psiquiatra que también lo atendía.
Pero luego, ésta no fue suficiente debido a los cambios que se daban en los consultantes y en el entorno social. Lo cual coincide con los postulados de Berardi acerca de la llegada del segundo inconsciente, el antiedipo y todas los planteos de Deleuze y Guattari que él menciona y que fueron plasmando una psicoesfera con un inconsciente en la que lo border, las psicosis y los ataques de pánico generaban la mayor cantidad de consultas.
Hoy es un momento de gran complejidad en el que la psicoesfera está pasando al tercer inconsciente, eso pone a la alexitimia como su modo paradigmático de expresión con el autismo y la falta de deseo como patologías preponderantes. Eso hace que el objeto de abordaje de un caso ya no sea tan claro. Hace que nuestras clasificaciones y saberes previos de la disciplina a la que pertenecemos no alcancen para comprender y luego tratar adecuadamente la dimensión subjetiva a abordar.
Tal vez debemos aplicar otros saberes. Tal vez la idea misma de la transdisciplina lleve a pensar que es necesario un transdiagnóstico.
El objeto de estudio ya exige una no delimitación y se propone inabordable desde cualquier saber13. Entonces qué opción tenemos. La transdisciplina implica una localización distinta del objeto, pero también del saber. ¿Quién lo tiene?14.
Parecería muy difícil aplicar la transdisciplina con las lógicas actuales de evaluación, diagnóstico y tratamientos con que contamos. Hoy, lo más avanzado llega como mucho al trabajo cooperativo de lo multidisciplinario para pensar a un paciente (esta es el área dónde más me desempeño en mi cotidianeidad, trabajando -entre muchos otros casos- con niños que traen diversas problemáticas vinculadas con la discapacidad. La discapacidad en sí requiere de este abordaje. Pero, ¿alcanza? ¿Cubre las llamadas necesidades especiales? ¿Nos permite leer integralmente las nuevas patologías emergentes como la alexitimia, el autismo o la afánisis?
La llegada cada vez más frecuente a la consulta de personas que dicen ser trans-género también nos trae más preguntas que respuestas al mirarlas desde nuestros saberes previos aportados por nuestras disciplinas previas. ¿Es posible que las miradas que tenemos sobre nuestro leal saber, entender y hacer sean suficientes?
Mi propuesta es la siguiente: a medida que siga evolucionando y desarrollándose la situación actual de la psicoesfera que hoy comenzamos a habitar (tercer inconsciente) la multidisciplina no nos alcanzará para intentar dar respuestas y el objeto mismo de abordaje (el/los/les sujetos) nos pedirá que lo tratemos desde la transdisciplina. Pero para ello necesitaremos un transdiagnóstico. Y realmente desde nuestro origen disciplinario parecería que no estamos adecuadamente preparados para hacerlo pero no por eso debemos dejar de intentarlo. En un futuro cada vez menos lejano un psicólogo/filósofo/psicoanalista/psiquiatra se va a hacer esencial para evaluar los fenómenos sociales que van surgiendo o un equipo de personas con esos saberes se permita dialogar desde los límites y bordes de su ciencia para integrarlos en una mirada que busque consensos.
Hoy, por ejemplo, lo borderline y las patologías del acto como el cutting son moneda corriente en nuestras consultas y ya formaban parte del segundo inconsciente. La llegada de nuevos tiempos requiere de nuevas propuestas teóricas y nuevos abordajes. Tal vez la llegada del tercer inconsciente nos llevará inevitablemente a la transdisciplina y ésta a la necesidad del transdiagnóstico.
El trabajo inter y multidisciplinario es una tarea difícil y lo será más aún la transdisciplina. La diversidad de lenguajes teóricos y técnicos podría generar una Babel del diagnóstico pero no por ello la tarea debería evitarse. Pienso que nuevas demandas epocales requieren nuevos abordajes teóricos y prácticos y el transdiagnóstico será uno de ellos15.