Por Diego Venturini
diegocventurini@gmail.com
Todo está guardado en la memoria
Sueño de la vida y de la historia
León Gieco
Desde hace un tiempo vengo planteando que estamos ante un cambio de época en el que los avances tecnológicos actuales estarían generando una posible mutación antropológica con claras consecuencias para la vida psíquica y social. Me vengo preguntado ¿se estará reconfigurando el psiquismo? ¿Se estará reconfigurando el Yo? Algunas ideas al respecto esbocé en varios artículos de esta revista (1), (2), (3), (4), (5) y en el libro Rev(b)elarnos (6) en el artículo: La nueva guerra del Yo: el Yo digital. Hoy intentaré ampliar algunas de ellas.
El Yo para su funcionamiento requiere de la memoria y esta es condición necesaria para la construcción de la identidad. Freud nos hablaba de inscripciones y registros de lo vivenciado. Hoy, ¿cómo se están dando las inscripciones en el psiquismo de los niños ante el bombardeo de información proveniente de la saturación de pantallas y quién controla maneja hoy esa información y esos estímulos?
Clínica hoy
Una tarde del otoño pasado, en mi consultorio, una niña de seis años me contó que le daba miedo apagar el celular, decía: “se me van todos los dibujos felices”. Y mientras lo decía, sus ojos buscaban en los míos una confirmación, como si creyera que la desaparición de la luz de la pantalla borrase también algo íntimo, algo propio. Esa escena me quedó resonando. ¿Cuáles son los tantos modos de inscripción del Yo? Es la memoria ¿algo frágil, algo que teme perder lo bello que estuvo presente, algo que depende de la continuidad para no ser fragmento, algo que depende de la mirada del otro para ser sostenido y validado afectivamente?
En Niños y pantallas (3) planteé que las pantallas operan como intensas mediadoras en la vida cotidiana de los niños. A ellos, se los muestra hoy como actores aparentemente activos en el uso de las mismas para diversos juegos o entretenimiento pero en realidad están recibiendo de manera pasiva estímulos que sin saberlo los someten. La prevalencia de los algoritmos que manipulan la información hacia todo aquello vendible y consumible es notable. No hay límites claros en el uso de los algoritmos para las empresas o si los hay son difusos, sin dudas debería haberlos para aquellas aplicaciones destinadas a los niños pero si los hay no son práctica de uso común. Luego de todo lo que se observa en la clínica de niños hoy me pregunto si los juegos y entretenimientos digitales se están transformando en actividades destinadas a mantener limitada la creatividad humana y el gesto espontáneo (tan propio de las infancias). Si bien todas las empresas de aplicaciones digitales notifican y advierten sobre las condiciones de uso de las mismas y cada interesado debe adherir a ellas para acceder a la aplicación, en la práctica casi no son leídas porque son de un grado de extensión y tecnicismo legal inentendible para un lego e incluso para personas formadas en el derecho y solo son entendibles para abogados especialistas en derecho informático. Las aplicaciones por su modo de uso han generado una falta de atención por acostumbramiento. Insertos en una realidad en la que no hay tiempo para perder, leer algo en profundidad se transforma en una ecuación simbólica social inesperada: leer en profundidad=pérdida de tiempo. Las aplicaciones digitales al pedirnos las aceptaciones de sus condiciones de uso también nos piden que les habilitemos el uso de nuestros datos de manera legal y de esa forma con tales datos pueden usar el algoritmo como se les antoje. Eso trae importantes consecuencias, en especial en los niños. Los padres de hoy tampoco tienen tiempo ni disposición para chequear a fondo estas aplicaciones ni sus condiciones de uso (ya vengo hablando hace tiempo de la vacancia parental).
Los niños llegan a la consulta sobre estimulados y con efectos dopaminérgicos provocados por el exceso en el uso de pantallas. Llegan con dificultades en el lenguaje, la atención, hiperactividad, dificultades de vinculación afectiva, desinterés por los juegos clásicos y excesivo interés por las pantallas. Esto genera notables dificultades en el armado de un Yo y este nuevo Yo que se va armando se va moldeando al estilo de lo propuesto por las pantallas y mi pregunta es, ¿cuánto falta para que veamos un Yo digital moldeado por los algoritmos?
Condiciones de la memoria hoy: el Yo como memoria y la temporalidad necesaria
Para que algo se inscriba se requieren condiciones, la atención y la percepción juegan un rol crucial en la interrelación constructiva entre los estímulos internos y externos que darán lugar a una inscripción y posteriormente a una consolidación de esa inscripción para que en una futura búsqueda de la misma; esta pueda ser hallada. Pero ello requiere un proceso en el cual está implicada necesariamente la variable del tiempo.
El Yo, en algún sentido se podría pensar como una gran memoria (7), que hoy se ve impactada profundamente por una sobre estimulación dopaminérgica proveniente de las pantallas que trastocan la atención, el tiempo y la integración afectiva.
El yo no reside sólo en lo manifiesto: vive en las huellas que dejan nuestras emociones, en los rastros que perduran de lo que fuimos, en lo reclamado por lo no dicho. Eso que llamamos memoria psíquica exige intervalos de silencio, espacios de espera, latencia. Es en la espera que lo vivido se torna experiencia, que el afecto encuentra su nombre.
Pero la pantalla predica lo contrario: promete y entrega lo nuevo sin pausa, propone una gratificación instantánea, reduce la distancia entre deseo y satisfacción. En ese movimiento, se comprime la temporalidad necesaria para registrar lo vivido como algo propio. Lo que queda es una sucesión de fragmentos que apenas rozan la conciencia y quedan circulando sin ligazón en el aparato psíquico. Eso es lo que me hizo pensar esta niña que me miraba preocupada en el consultorio, mencionada anteriormente.
Dopamina, atención y circuitos de recompensa
El sistema de recompensa cerebral funciona, en gran parte, mediante la dopamina, que se libera con estímulos novedosos y gratificaciones inmediatas. En múltiples estudios se evidencia que las interacciones digitales activan circuitos que favorecen la expectativa constante de recompensa y generan un patrón de refuerzo variable que es altamente poderoso para mantener la atención desplazada hacia aquello que promete novedad. “Frecuencia de uso de pantallas se asocia con mayor activación del estriado ventral en respuesta a recompensas visuales, y con una conectividad disminuida entre corteza prefrontal dorsolateral y regiones de control inhibitorio”. (8) Chen et al., 2023).
Otra revisión reciente concluye que “el uso excesivo de pantallas está vinculado con peores resultados en habilidades ejecutivas, atención sostenida y regulación emocional” y que «una proporción significativa de niños mostraba deterioro comparativamente con pares de menor uso”. (9) Muppalla et al., 2023).
Desde la clínica, lo que observo es que esos circuitos de recompensa moldean hábitos: deslizar por hábito, mirar por automatismo, anticipar el estímulo antes de que exista, buscar lo nuevo, huir del silencio.
Fragmentación narrativa y clínica
Un niño de ocho años me dijo una vez: “cuando apago el celular no sé dónde queda lo que estaba viendo”. Lo que está en juego no es sólo lo que se dejó de ver, sino qué sucede con aquello que se vio: ¿queda alguna huella mnémica, alguna emoción que pueda nominarse, o todo se desvanece como fugaz imagen?
En mis sesiones aparece con frecuencia esta dificultad para narrar lo vivido: relatos que se disgregan en escenas sueltas, sin transición lógica; afectos que aparecen como oleadas fuertes, breves, intensas, y luego se disuelven sin palabra que los sostenga. También veo niños que dicen: “me aburro muchísimo”, pero no saben decir qué del aburrimiento les pesa: si la espera, si la nada, si la tristeza de la falta.
Esa fragmentación no es anecdótica: indica que la función memorística del yo está perdiendo densidad. Indica que se fragmenta no sólo lo que se recuerda, sino también la manera en que se recuerda perdiéndose la conexión entre continuidad, afecto y significado.
Integración afectiva, memoria y riesgo
El Yo-memoria se construye integrando lo que llega del mundo exterior con lo que viene del interior: emociones, fantasías, deseos, pérdidas. En ese tejido, la tolerancia: a la ausencia, al aburrimiento, a la espera, a la frustración, funcionan como puente simbólico.
Cuando ese puente se quiebra, por la insistencia del estímulo inmediato de las pantallas, el niño tiene menos tiempo para procesar la frustración, incorporar la falta, simbolizar lo que duele. Lo que arrastra es un riesgo: que la memoria de su infancia pierda su espesor, que ciertos afectos queden silenciados, ignorados, sin forma.
Hay estudios que muestran que los niños con mayor tiempo frente a pantallas tienen peor calidad de sueño, mayor irritabilidad y peor rendimiento atencional al día siguiente, lo que agrava la dificultad de integración emocional. Esa irritabilidad no es sólo fatigabilidad: es signo de que la memoria no está teniendo el tiempo para sedimentar o dicho de otra manera para consolidarse. (10) Marciano et al., 2021)
Clínica de la lentitud y reactivación del recuerdo
Creo fervientemente que nuestra tarea clínica es cuidar las condiciones para que exista la lentitud en medio del vértigo digital. Aquí algunos recursos que han dado fruto en sesiones con pacientes y de orientación a padres:
- Restaurar rituales: un momento al día sin dispositivos; un cuento antes de dormir; espacios de juego sin mediación tecnológica.
- Favorecer la creación narrativa: dibujo libre, juego simbólico, pedir al niño que cuente algo que le haya molestado, alegrado o asustado; ayudarle a conectar emociones con palabras.
- Trabajar con las familias: acompañarlos para que puedan sostener límites al uso de pantallas y al mismo tiempo facilitar la nominación afectivo-emocional de lo que le está sucediendo al niño, no sólo castigar o prohibir
- En mi práctica, cuando los padres conectan con lo que le está pasando al niño, el niño empieza a confiar, comunica lo que le pasa y registra sus límites. Acompañar a los padres en poner límites al uso que ellos mismos hacen del celular lo que genera momentos de desconexión y falta de mirada con los hijos.
Esta clínica de la lentitud no se opone al uso de tecnología, sino que propone un acto de resistencia simbólica: un gesto que le dice al niño “tu afecto importa, tu memoria importa, la construcción de tu yo importa”.
¿Hay esperanza?
No tengo certezas absolutas, sino convicción clínica de que desde el lugar de adultos responsables en la crianza de los niños el yo como memoria constituyente, subjetivante y en desarrollo, merece ser cuidado. Creo que las pantallas, son maravillas de conexión y creatividad pero también traen enormes complicaciones si sólo las miramos de manera superficial.
El yo puede seguir siendo nuestra gran memoria identitaria si lo acompañamos para que recuerde, para que espere, para que nombre. Si ayuda al niño a encender la palabra más que la pantalla, si ayuda no sólo a mirar, sino a recordar lo que vio, a conectar con lo que sintió, a pensar sobre lo que vivió y, al hacerlo, a tejer su historia.
Notas y bibliografía
(1) Venturini, Diego; Avances tecnológicos: I.A., Blockchain, RA, RV, IoT, 5G; el Psicoanálisis ¿tiene algo para decir?; Revista El Psicoanalítico Nº46, 2022, https://elpsicoanalitico.com/2023/05/31/avances-tecnologicos-i-a-blockchain-ra-rv-iot-5g-el-psicoanalisis-tiene-algo-para-decir/
(2) Venturini, Diego; Los deslices de la vida digital, Revista El Psicoanalítico Nº 47, 2023, https://elpsicoanalitico.com/2023/10/15/los-deslices-de-la-vida-digital/
(3) Venturini, Diego, Niños y pantallas. Revista El Psicoanalítico, Nº 47, 2023, https://elpsicoanalitico.com/2023/10/15/ninos-y-pantallas/
(4) Venturini, Diego; Identidad y Subjetividad en la Era Digital, Revista El Psicoanalítico Nº 48, 2024, https://elpsicoanalitico.com/2024/05/03/identidad-y-subjetividad-en-la-era-digital/
(5) Venturini, Diego; La Mutación: Dios, el Dios-Hombre y el “Yo digital”, Revista El Psicoanalítico Nº 49, 2024, https://elpsicoanalitico.com/2024/05/03/identidad-y-subjetividad-en-la-era-digital/
(6) Rev(b)elarnos, Ediciones El Psicoanalítico, Compilador Yago Franco, 2025,Revista El Psicoanalítico Nº 50, edición especial 15 años, https://elpsicoanalitico.com/wp-content/uploads/2025/06/E-book_ElPsicoanalitico_N50.pdf
(7) Winnicott no usa la expresión literal “el yo es una gran memoria”, pero sus ensayos sobre objetos transicionales, la capacidad de estar solo y la importancia del ambiente facilitador son lecturas clave para sostener la idea de que la identidad/yo requiere una trama temporal y de contención donde las experiencias se inscriben y adquieren continuidad (es decir: función mnésica psíquica). Por su parte, Sigmund Freud habla del Yo como huellas mnémicas, receptor de percepciones, estructura que articula lo consciente-preconsciente, regula defensas, etc. Lo ve como el lugar de operaciones de síntesis, percepción, juicio, realidad. En el artículo “El Yo y el Ello: Apuntes de relectura” dice: “El yo es un conjunto de huellas mnémicas aportadas por la percepción. La parte del Ello que guarda las huellas mnémicas se va constituyendo en Yo cuando se pone en marcha la función sintética.”
(8) Chen, Y. Y., Chang, Y. T., Lin, M. Y., & Huang, G. H. (2023). Negative impact of daily screen use on inhibitory control and fronto-striatal connectivity.Publicación en PMC / NCBI. “Frecuencia de uso de pantallas se asocia con mayor activación del estriado ventral en respuesta a recompensas visuales, y con una conectividad disminuida entre corteza prefrontal dorsolateral y regiones de control inhibitorio” (Chen et al., 2023).
(9) Muppalla, S. K., et al. (2023). Effects of Excessive Screen Time on Child Development: An updated review and strategies for management.PMC NCBI. “El uso excesivo de pantallas está vinculado con peores resultados en habilidades ejecutivas, atención sostenida y regulación emocional” (Muppalla et al., 2023).
(10) Marciano, L., Vallone, F., Vieno, A., & Griffiths, M. (2021). The Developing Brain in the Digital Era: A Scoping Review.Frontiers in Psychology. “Con cada hora adicional de pantalla durante la infancia temprana, los niños mostraron mayores dificultades con funciones ejecutivas y atención más débil.” — Marciano et al., 2021