El presente escrito intenta algunas reflexiones sobre los v�nculos que se construyen entre padres e hijos y, en especial, entre hermanos/as.
Se articulan aportes te�ricos con el fin de dar cuenta de la complejidad de la tem�tica fraterna, los que se ilustran con algunos relatos de hermanos/as c�lebres cuyos v�nculos estuvieron impregnados de ternura, rivalidad, violencia, sumisi�n, entre otros sentimientos. No se intenta abarcar totalmente dicha tem�tica sino presentar un desarrollo, ilustraciones acerca de los matices y abrir interrogantes.
Fratria deriva del griego Phratria, que significa sociedad �ntima, hermandad, cofrad�a. Seg�n la Antropolog�a Cultural, es un tipo de agrupaci�n social, constitutiva de la tribu, que re�ne a varios clanes distintos y bien individualizados, pero que a la vez mantienen entre s� unas ciertas y espec�ficas relaciones funcionales. La relaci�n en s� constituye un espacio de pasaje entre el grupo familiar y el grupo de pares. En ese sentido, es un v�nculo intermedio, una construcci�n ps�quica com�n, una representaci�n intra e intersubjetiva de las relaciones entre hermanos, seg�n Jaitin y otro en �Vicisitudes del v�nculo fraterno�. UBA. 2008.
En los escritos psicoanal�ticos, cuando se refiere a la relaci�n del ni�o con sus hermanos, Freud hace hincapi� en el natural ego�smo de aquel en sus primeros a�os y en la relaci�n establecida con sus rivales, en su caso, los hermanos:
�(�) Consideremos primero la relaci�n del ni�o con sus hermanos. No s� por qu� suponemos que ha de ser amable, pues los ejemplos de hostilidad entre hermanos ya adultos se imponen a la experiencia de todos nosotros y hartas veces podemos comprobar que esa desavenencia viene de la ni�ez o existi� siempre" (1)
En 1922, Freud, se refiere a los celos como uno de los estados afectivos que pueden considerarse "normales" de igual modo que el duelo. Si los celos est�n ausentes, ello podr�a atribuirse al caudal represivo, debiendo analizarse el importante papel que sin duda jugar� dicha ausencia en la vida an�mica inconsciente del sujeto. Los celos constituyen sentimientos primarios hacia el hermano y pueden considerarse, seg�n Freud, �compuestos por el duelo y el dolor por el objeto de amor que se cree perdido, y por la afrenta narcisista (...)�. Estos celos, aunque los llamemos normales, no son del todo racionales porque �(...) arraigan profundamente en lo inconsciente, retoman las m�s tempranas mociones de la afectividad infantil y brotan del complejo de Edipo o del complejo de los hermanos del primer periodo sexual �. (2)
Los celos fraternos, al ser inherentes a la constituci�n subjetiva, caen bajo la amnesia infantil, pudiendo reaparecer enmascarados en la vida adulta como sentimientos envidiosos o bien contrarrestados, en forma de proteccionismo. Lo m�s habitual es que, durante la adultez, se muestren de manera opuesta a como se han manifestado durante la infancia, de forma reactiva.
En el texto Poes�a y verdad de 1917, Freud tom� �Un recuerdo de infancia� de Johann Wolfgang Goethe, en el que relata el juego de un peque�o con cacerolas y fuentes min�sculas hasta que, aburrido, comenz� a arrojarlas por la ventana, gozoso de verlas hacerse a�icos. Ante la aprobaci�n de dos vecinitos, continu� arrojando distintos objetos hasta que un adulto hizo que se detuviera. En ese mismo texto, Freud hace referencia a un paciente que narra haber tenido reacciones an�logas, arrojando elementos de la vajilla a su alcance sin discriminar riesgos, por lo que Freud consider� tal reacci�n como una acci�n simb�lica y m�gica, encubridora del fuerte deseo de eliminaci�n del rival. La magia radicar�a en el acto de arrojar afuera lo que molesta, lo intolerable, separ�ndolo de s� como operar�a la palabra en un insulto. No obstante, Freud consideraba dudoso apoyar la interpretaci�n de una acci�n infantil en un solo material cl�nico, por lo que agreg� otros relatos de pacientes a la lista. Sus ideas fueron presentadas en la Sociedad Psicoanal�tica de Viena, y recibieron los aportes cl�nicos de otros colegas, los que le sirvieron para reafirmar el tema.
El nacimiento de un hermano pone en jaque la exclusividad como hijo y despierta sentimientos de venganza, sobre todo porque la relaci�n fraterna queda marcada por la imposici�n de tener que ceder algo de la majestuosidad del lugar y por las diferentes lecturas que los hermanos realizan con respecto a las preferencias paternas sobre ellos, condicionante de los sentimientos celosos, al atenuarlos o intensificarlos. Dichos sentimientos validan la vivencia de no ser el �nico para el otro, siendo el nuevo hermano el depositario de la culpa por excelencia. Pero hay edades en los hermanos que resultan mucho m�s funcionales para la adjudicaci�n de la culpa. Un relato sobre Goethe nos ayuda a ilustrar la tem�tica: tanto �l como su hermana Cornelia fueron los �nicos sobrevivientes de una larga serie de hermanos. La peque�a naci� cuando el ni�o Goethe ten�a quince meses; siendo m�nima la diferencia de edades, ella qued� excluida como objeto de celos. En cambio, cuando naci� su hermano var�n Goethe contaba con 3,3 a�os y sabemos que las pasiones que despiertan los celos son m�s proclives a aplicarse en los hermanos reci�n llegados que en los ya existentes. Tales pasiones suelen quedar en la memoria conservadas como recuerdos encubridores.
Winnicott tom� un ejemplo cl�nico sobre la sintomatolog�a de un ni�o, posterior al nacimiento de un hermano: �El arribo de un nuevo beb� le hizo tomar aguda conciencia precisamente de esa clase de realidad que le estaba causando una merma de su dicha, a saber su posici�n de tercero respecto de sus padres (�) Todos los ni�os encuentran dif�cil la vida en la medida en que aceptan los hechos, y quiz� jam�s hubi�ramos sabido lo dif�cil que era la vida para este ni�o en particular si no fuera que el nacimiento de un nuevo beb� provoc� un reconocimiento casi inevitable de la realidad�. (3)
Lacan, en su texto de 1938, La Familia, se refiere al �Complejo de la intrusi�n� como el �arquetipo de los sentimientos sociales�. Denomina as� a la experiencia de celos sufrida por el sujeto ante la comprobaci�n de la existencia de hermanos. Las condiciones de dicho complejo depender�n de la extensi�n del grupo familiar, de la cultura en la que est� inmerso el sujeto y de las contingencias individuales. Estas condiciones variar�n de un sujeto a otro porque depender�n del orden de los nacimientos seg�n la ubicaci�n din�stica, anterior a todo conflicto, ya sea como el del heredero o el del usurpador.
Los celos infantiles llamaron la atenci�n desde hace mucho tiempo. San Agust�n dijo: �He visto con mis ojos y observando a un peque�o dominado por los celos, todav�a no hablaba y no pod�a mirar sin palidecer el espect�culo amargo de su hermano de leche� Confesiones, I, VII.
Debemos considerar que las reacciones celosas ante la llegada de un hermano pueden tener efectos favorables para el sujeto debido a que lo impulsar�n a saber y podr�n inaugurar el deseo de investigar. Freud afirm�: �No son intereses te�ricos sino pr�cticos los que ponen en marcha la actividad investigadora en el ni�o. La amenaza que para sus condiciones de existencia significa la llegada, conocida o barruntada, de un nuevo ni�o, y el miedo de que ese acontecimiento lo prive de cuidados y amor, lo vuelve reflexivo y penetrante. El primer problema que lo ocupa es, en consonancia con esta g�nesis del despertar de la pulsi�n de saber, no la cuesti�n de la diferencia de los sexos, sino el enigma ��De d�nde vienen los ni�os�?� (4) La pregunta por los or�genes funcionar� como disparador del saber.
La hostilidad fraterna de los a�os infantiles puede ser conservada en el adulto de modo descarnado o enmascarada detr�s de los sentimientos tiernos. Los pacientes adultos suelen relatar vinculaciones con hermanos basadas en el proteccionismo o en un cuidado maternal, descubri�ndose en el an�lisis que vivieron una historia fraterna cargada de hostilidad cuando ni�os.
Los padres suelen consultar por un ni�o con manifiesta preocupaci�n por no saber c�mo mitigar los sentimientos celosos de sus hijos, no solo hacia hermanos sino tambi�n hacia amigos. La p�rdida del reino enoja al peque�o sujeto ya que pierde exclusividad, debe compartir, quedando la situaci�n fraterna marcada por un acto de cesi�n de la majestuosidad de �the baby� - renuncia narcisista por cierto- y por las inevitables preferencias paternas que prolongar�n ideales postergados.
El lugar adjudicado a un hijo podr� atenuar o potenciar los sentimientos celosos, pero los celos como tales forman parte de la experiencia de no ser �nicos para otros as� como son el reflejo del abandono de lugares privilegiados, ingrediente fundamental para la constituci�n de la subjetividad. Dice Freud: �En la vida an�mica del individuo, el otro cuenta, con toda regularidad, como modelo, como objeto, como auxiliar y como enemigo, y por eso desde el comienzo mismo la psicolog�a individual es simult�neamente psicolog�a social en este sentido m�s lato, pero enteramente leg�timo� (5)
La concepci�n acerca de los lugares ps�quicos puede arrojar luz sobre c�mo la relaci�n fraterna presenta variaciones a lo largo de la vida de un sujeto. En una de las cartas a Romain Rolland, Freud describi� un recuerdo propio que databa de 1904. Encontr�ndose sobre la Acr�polis contemplando el paisaje, se sinti� invadido por una serie de dudas que lo asombraron. Es as� que pregunt� a su hermano- ��entonces todo esto existe efectivamente tal como lo aprendimos en la escuela?� Acto seguido le pregunta si recuerda el camino que hac�an para ir a la escuela todos los d�as y le comenta: ��Y ahora estamos en Atenas, de pie sobre la Acr�polis! �Realmente hemos llegado lejos!� (6). En el mismo texto, recuerda a Napole�n quien, al ser coronado emperador, le dijo al hermano:� �Qu� dir�a nuestro padre si pudiera estar presente!�. Ambas situaciones dan cuenta de la presencia fraterna en su funci�n de legitimar, acompa�ar y sostener las vivencias infantiles, a modo de alianza, como un facilitador del recuerdo, debido en parte al camino que han recorrido juntos, a los padres compartidos y a la posibilidad de referirse a situaciones �ntimas que ser�an intransferibles para un tercero, que no ha transitado lo mismo.
Como se menciona al comienzo, se ilustrar�n estos conceptos con algunos ejemplos de vinculaciones fraternas de personajes conocidos en base a datos biogr�ficos:
Cuenta la historia que Ana Bolena no era tan bella como su hermana mayor, Mar�a, a quien generalmente le correspond�a educarse en el exterior; no obstante, su padre envi� a Francia a la menor, Ana. Ella regres� en 1522, logrando una popularidad considerable en la corte. Las dos hermanas no estaban particularmente unidas; Ana se mov�a en c�rculos sociales diferentes, era mucho m�s ambiciosa que su hermana mayor y parec�a m�s culta y astuta.
Rehus� ser amante del rey, probablemente m�s por inteligencia y ambici�n que por virtuosidad, mostr�ndose desinteresada ante los reclamos amorosos de Enrique, qui�n finalmente se casa con ella tras divorciarse de Catalina. Al tiempo, Ana le entreg� su propio hijo a Mar�a para que lo cr�e, algo muy habitual entre las clases acomodadas de la �poca, y la ayud� econ�micamente dado que hab�a enviudado y no contaba con recursos econ�micos. El caso ejemplifica a una hermana menor que de alg�n modo se destaca opacando la sucesi�n de la mayor, influenciada seguramente por el lugar otorgado por su padre. Se infiere adem�s una actitud reparatoria de Ana hacia su hermana.
Cleopatra y su hermana mayor Arsinoe ten�an una relaci�n muy conflictiva, nutrida de envidia y malos tratos. Ambas deseaban el trono de Chipre y cuando Cleopatra es desterrada se lleva consigo a Arsinoe, mas por desconfianza que por afecto. Luego de idas y venidas, deslealtades mediante, Cleopatra env�a a un sicario a matar a su hermana. Asistimos a la historia de un fratricidio inspirado en los celos y la envidia.
Marie Curie era la quinta hija, la menor, de un profesor de F�sica y Matem�ticas. Polonia se hallaba ocupada por Rusia y su lengua y su cultura estaban proscritas. Sin posibilidades de entrar a la universidad, por ser mujer, Mar�a y su hermana Bronis?awa se involucraron en la llamada �universidad flotante�, organizaci�n clandestina que educaba a los j�venes polacos evadiendo la censura rusa. Mar�a hizo un pacto con su hermana: ella trabajar�a en Polonia para apoyar sus estudios de Medicina en Francia y, a cambio, Bronis?awa le ayudar�a despu�s a reunirse con ella en Par�s. El pacto fue cumplido. Tras dos a�os trabajando como institutriz, Mar�a dej� Polonia y comenz� sus estudios de F�sica, Qu�mica y Matem�ticas en La Sorbona. Ambas hermanas se protegieron mutuamente en un lazo fraterno de complicidad y afecto que ofici� de salvoconducto frente a la adversidad.
Entre los hermanos Joyce -seg�n informan relatos de Stanislaus sobre su hermano James- Stanislaus era el guardi�n de su hermano, salv�ndolo de situaciones de riesgo y siendo su admirador y disc�pulo. Dec�a Stanislaus que era dif�cil tener un hermano genial y tan valorado por sus padres. Sin embargo, era James quien se nutr�a con las ideas del menor a quien los amigos llamaban �el Sancho Panza �. El propio James sol�a despreciarlo y enga�arlo con promesas de dedicarle sus obras. Descuido y cuidado, amor y odio, violencia y sumisi�n, mientras el v�nculo se manten�a con las caracter�sticas del dominador- dominado. Al morir James, Stanislaus continu� defendiendo ante los bi�grafos la reputaci�n de su hermano c�lebre, perpetuando la funci�n de guardi�n. En homenaje fraterno llam� James a su propio hijo.
Vincent Van Gogh era el hijo mayor de un pastor protestante, de una familia de bajos recursos. Comenz� a trabajar a los 16 a�os en una galer�a de arte. En una de las visitas realizadas a la familia, luego de a�os de ausencia, inici� un verdadero v�nculo amistoso con su hermano Theo, quien fuera su �nico amigo de verdad y con quien se sigui� escribiendo hasta su muerte. Vincent ingres� en la Academia de pintura de Bruselas gracias a Theo, aceptando sus consejos y dej�ndose sostener econ�micamente por el menor durante largos per�odos de la vida. Cuando Vincent se suicid�, Theo se sumi� en la locura, muriendo seis meses despu�s. Se observa c�mo los hermanos menores que crecen a la sombra de los mayores pueden tener v�nculos fraternos de tipo simbi�tico.
Los hermanos Gustavo Adolfo y Valeriano B�cquer pertenec�an a una familia sevillana, hijos del pintor Jos� Dom�nguez B�cquer. Adem�s de su obra por separado, conjuntamente escribieron e ilustraron gran cantidad de art�culos en revistas y otras publicaciones de la �poca. Ante la muerte del padre fueron internados en un colegio para hu�rfanos nobles. Luego fueron adoptados por un t�o, y trabaron entre ellos un v�nculo fraterno entra�able. Gustavo se dedic� a la literatura mientras Valeriano a la pintura. Valeriano muri� y Gustavo lo sigui� al poco tiempo. Durante toda la vida, los hermanos tuvieron un v�nculo de complementariedad y cooperaci�n, sobre todo en la situaci�n de orfandad, en la que el mayor cuid� siempre de Gustavo. Ejerci� una funci�n de sost�n del menor quien padec�a momentos de profunda depresi�n.
Florentino Ameghino fue el primer paleont�logo argentino -a pesar de que Italia disputa su origen-. Vivi� en Luj�n, en la provincia de Buenos Aires, siendo apodado �el loco de los huesos�. Su hermano Carlos, menor, constituy� un sost�n importante en su vida y uno de los mayores defensores de su obra. Por motivos econ�micos, Florentino debi� abandonar sus largos viajes por la Patagonia y ocupar diversos cargos en la ciudad de La Plata y en Buenos Aires. Sin embargo, quien continu� con las exploraciones fue Carlos, constituy�ndose en el principal difusor de la obra fraterna. Su devoci�n por Florentino alcanz� el m�ximo nivel cuando renunci� a casarse a pedido de aquel, contrayendo nupcias una vez muerto el hermano.
Fiodor Dostoievski fue el segundo de ocho hermanos, proveniente de una familia modesta. Pas� una infancia solitaria, con un padre m�dico, muy riguroso y de mal car�cter, alcoh�lico y con una madre capaz de introducir el arte y la literatura en el hogar. Ingres� a un pensionado como semi-pupilo con su hermano Mijail, quien no fue aceptado por desaprobar los ex�menes. Ambos editaron una revista en 1864 y, al poco tiempo, Mijail falleci�. El mayor se hizo cargo de la familia del menor, tarea que no le result� sencilla debido a sus propias deudas de juego y a su falta de previsi�n econ�mica. En su obra �Los hermanos Karamazov�, se expresan claramente temas como el parricidio, la culpa, el deseo y la moral. Fiodor fue el hermano mayor destronado al nacer Mijail y jug� en todo momento un rol proteccionista.
El Psicoan�lisis considera a la cultura como inhibidora de las pulsiones de meta directa, torn�ndolas expresiones tiernas. Son ellas las que garantizan las vinculaciones m�s duraderas, siendo el v�nculo fraterno uno de los que permanece siempre y que la cultura moldea a trav�s de las prohibiciones, dotando a la relaci�n entre hermanos de un orden simb�lico que lo garantiza.
Freud en 1923, en un escrito a S.Ferenczi, dice de �ste: �(�) hijo intermedio entre una numerosa serie de hermanos, tuvo que luchar en su interior con un fuerte complejo fraterno� (7). El t�rmino es retomado por Luis Kancyper quien lo define como un �conjunto organizado de deseos hostiles y amorosos del ni�o hacia sus hermanos�. Enumer� cuatro funciones del complejo fraterno:
- a- sustitutiva, que se ofrece como alternativa de compensaci�n ante funciones parentales fallidas.
- b- defensiva, manifest�ndose ante situaciones ed�picas no resueltas, por la promoci�n de sentimientos hostiles generados por los mismos padres, que dificultan los lazos tiernos entre hermanos.
- c- elaborativa, permite superar y/o elaborar remanentes ed�picos o del narcisismo.
- d- estructurante, el complejo fraterno colabora en la organizaci�n del psiquismo y en la inserci�n socio cultural.
El complejo fraterno est� determinado por el interjuego de aspectos narcisistas y ed�picos que crean una fantasm�tica singular en cada sujeto. Kancyper mencion� una serie de fantas�as inherentes a la fratria:
1. fratricidas (Ca�n y Abel). Ca�n no entabla lazos de solidaridad con Abel. No lo admite como semejante y, por odio celoso, lo mata.
2. furtivas y de excomulgaci�n (Jacobo y Esau). Jacobo y Esau, hermanos mellizos, hijos de Isaac. Esa� naci� primero, no obstante, la primogenitura determina enfrentamientos entre ambos para acceder a un acuerdo.
3. de gemelidad (R�mulo y Remo). Es la rivalidad fundadora de Roma.
4. de bisexualidad (mito de Narciso). Narciso, joven hermoso, al cual una predicci�n le dijo que vivir�a muchos a�os siempre que no intentara verse a s� mismo. Admirado por hombres y mujeres, se acerca al agua que lo refleja y muere hechizado por su propia imagen.
5. de complementariedad (Mois�s y Aar�n) Mois�s fue recomendado por Dios para liberar al pueblo hebreo de la esclavitud en Egipto. Aar�n era el hermano mayor de Mois�s.
6. de confraternidad (reconciliaci�n de Jos� con hermanos). Jos� es uno de los doce hijos de Jacob. Era el hijo preferido de su padre, por lo que es envidiado por sus hermanos, quienes lo venden como esclavo a Egipto.
�As� como el Complejo de Edipo -por la prohibici�n del incesto- inserta al sujeto en el orden cultural, el Complejo Fraterno -por el encauzamiento de las relaciones narcisistas articuladas o no con la conflictiva ed�pica- lo inserta en el orden social� (8).
Ren� Ka�s, en su libro Le complexe fraternel (2008) afirm� espec�ficamente la irreductibilidad del complejo fraterno, es decir que existe por derecho propio. El Complejo de Edipo no ser�a el �nico de tal naturaleza sino que incluir�a otro complejo nuclear como es el complejo fraterno. Con sus afirmaciones no destrona al Complejo de Edipo, sino que lo descentraliza. Se considera sumamente valioso el aporte de Freud sobre el tema, aunque no lo haya explicitado como lo hizo con otros complejos. Consider� la funci�n sustitutiva del complejo fraterno como alternativa de reemplazo y compensaci�n de funciones parentales fallidas. �El chico puede tomar a la hermana como objeto de amor en sustituci�n de la madre infiel; entre varios hermanos que compiten por una hermanita m�s peque�a ya se presentan situaciones de rivalidad hostil que cobrar�n significaci�n m�s tarde en la vida. Una ni�ita encuentra en el hermano mayor un sustituto del padre, quien ya no se ocupa de ella con la ternura de los primeros a�os, o toma a una hermanita menor como sustituto del beb� que en vano dese� del padre� (9). Freud dej� en claro que las citadas sustituciones pueden intervenir en la elaboraci�n del complejo de Edipo, del Narcisismo y adem�s constituirse en funci�n defensiva de angustias y sentimientos que, en lugar de ser direccionados hacia los padres, lo son hacia los hermanos.
La huella dejada por la vinculaci�n entre hermanos seguramente va a incidir en las futuras relaciones de los sujetos con sus hijos, con las parejas y con los grupos sociales en los que se inserten. En la actualidad, coexisten nuevos modelos de constituci�n familiar, influenciados por el avance de las nuevas tecnolog�as, al servicio de la reproducci�n: sexualidad y procreaci�n ya no poseen un v�nculo indisoluble. En las nuevas familias se accede a formas diferentes de ser padre y de ser madre. Estas nuevas configuraciones familiares -que incluyen hermanos de vientre subrogado, por inseminaci�n, por clonaciones, con madres sustitutas- as� como los casos de hermanos adoptivos, entre otros, abren nuevos interrogantes. Se suma el caso puntual de nuestro pa�s con los lazos entre los hermanos restituidos a sus familias de origen, hijos de madres y /o padres desaparecidos, habiendo permanecido en hogares sustitutos, sin saberlo en su mayor�a, que requerir�n de una investigaci�n exhaustiva. Roudinesco afirma: �(�) tengo la impresi�n de que la familia es eterna, que no est� en peligro, que su riqueza consiste al mismo tiempo en su anclaje en una funci�n simb�lica y en la multiplicidad de sus recomposiciones posibles� (10).
Ahora bien, algunos sujetos se consideran hermanos, usualmente denominados hermanos putativos, estableciendo un v�nculo profundo y duradero sin conexiones sangu�neas, pero de tono tiernamente fraterno, sin car�cter incestuoso y en general comparten situaciones de la vida en la que se acompa�an y respetan. Freud, en 1926, se dirigi� a los miembros de la Sociedad B'nai B'rit diciendo: "Mis queridos hermanos", aludiendo seguramente a la fraternidad como aquella de los compa�eros de ruta. Consideramos que la situaci�n de consanguinidad no es una condici�n necesaria y �nica que garantice el v�nculo fraterno, por lo cual los hermanos adoptivos pueden establecer v�nculos fraternos verdaderos. La relaci�n de hermandad constituye un tipo de v�nculo intenso, en comuni�n, indisoluble y de car�cter �ntimo, capaz de despertar pasiones como amor y odio, sost�n y complementariedad, pero tambi�n conflicto y sufrimiento.
Notas
(1) Freud, Sigmund, La interpretaci�n de los sue�os, 1900, p�g. 260, Obras Completas, Tomo IV, Amorrortu, 1987.
(2) Freud, Sigmund, Sobre algunos mecanismos neur�ticos en los celos, la paranoia y la homosexualidad. 1922, p�g. 217, Obras Completas, Tomo XVIII, Amorrortu, 1987.
(3) Winnicott, Donald Woods, Acerca de los ni�os. 1998. p�g. 139.
(4) Freud, Sigmund, Tres Ensayos de Teor�a Sexual, 1905, p�g. 177, Obras Completas, Tomo VII, Amorrortu, 1987.
(5) Freud, Sigmund, Psicolog�a de las masas y an�lisis del yo, 1921, p�g. 67, Obras Completas, Tomo XVIII, Amorrortu, 1987.
(6) Freud, Sigmund, Una perturbaci�n del recuerdo en la Acr�polis, 1936, p�g. 220, Obras Completas, Tomo XXII, Amorrortu, 1987.
(7) Freud, Sigmund, Escritos breves, 1923, p�g. 288, Obras Completas, Tomo XIX, Amorrortu, 1987.
(8) Kancyper, Luis, La confrontaci�n generacional, p�g 74, Lumen. 2003.
(9) Freud, Sigmund, Conferencias de introducci�n al Psicoan�lisis, 1916, p�g. 304, Obras Completas, Tomo XVI, Amorrortu, 1987.
(10) Derrida, Jacques, Roudinesco, �lizabeth, Y ma�ana, qu� , 2002, p�g. 46, Fondo de Cultura.
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